Programa de Orientación para padres de hijos con TCA

Caminando Juntos

Por qué los adolescentes tienen trastornos de la conducta alimentaria… y cómo saber si es eso lo que le está sucediendo a tu hijx

Puede ser que sientas que tu hijo o hija se comporta raro hace varios meses, incluso hace más tiempo.

Has notado cambios muy abruptos en su peso o en su comportamiento. Su humor se volvió inestable. Todo eso genera gran tensión en la casa, sobre todo a la hora de comer.

Intentaste con mucho esmero arreglar este tema solos en familia…. pero el tiempo pasa y la cosa no mejora.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades graves que generan consecuencias físicas y emocionales importantes, como pérdida de la menstruación, alteraciones óseas, gastrointestinales y psíquicas, entre otras.

Si no son tratados, pueden volverse crónicos.

Habrás escuchado que cualquier tratamiento puede ser largo y muy difícil.´y eso  te inquieta tanto como la enfermedad de tu hija. 

No desesperes, no todo es como se cuenta

Hace más de 20 años que trabajo como médica especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Y en todo este tiempo, he escuchado a padres, madres y parejas preguntándose mil cosas, en un laberinto sin salida.Y lo entiendo , es dificil.. Otras veces negando la realidad.

En todos los casos  se va perdiendo un tiempo precioso para la recuperación y pronóstico de ese hijx.

Cada mes de no hacer nada, o no hacer lo atinado, impacta en el cerebro de ese adolescente, con las consecuencias que esto tiene para su desarrollo neuronal, emocional y físico.

Pero si los desórdenes alimentarios son tomados a tiempo, y se hace lo  debido  para cada momento, suelen tener  buen pronóstico.

¿Qué son los trastornos de conducta alimentaria?

Es posible que antes de llegar a esta página, hayas buscado sobre el tema en Google. Si ese es tu caso, seguramente te encontraste con algo como esto. 

Anorexia Nerviosa

  • Restricción de los alimentos
  • Aislamiento social
  • Cambios de humor recurrentes
  • Ejercitarse en exceso
  • Síntomas obsesivos
  • Negativa a compartir los momentos de comida con otros
  • Gran auto exigencia
  • Baja autoestima
  • Aspecto triste

Trastornos por Atracón

  • Pérdida de control sobre la ingesta de alimentos
  • Comer a escondidas
  • Dietas frecuentes sin notar cambios en el peso
  • Depresión
  • Ansiedad

Bulimia Nerviosa

  • Apetito desenfrenado
  • Conductas impulsivas
  • Provocar el vómito o uso inadecuado de laxantes luego de cada comida
  • Dietas estrictas
  • No poder controlar impulsos
  • Autolesión
  • Ejercitarse en exceso
  • Baja autoestima
  • Aspecto triste
  • Altibajos emocionales

Lo sé porque yo misma escribí esta tabla. La publiqué en la web de Jóvenes Salud Integral,  un centro de salud que fundé en 2002 especializado en la atención de adolescentes, y más específicamente, en trastornos alimentarios

Toda esta información es cierta, y en general, te puede ayudar a identificar, a grandes rasgos, si tu hijo o hija padece esta dolencia.

La realidad es que los síntomas de la enfermedad son sólo la punta del iceberg

Estos síntomas preocupan y con razón. Muchas veces, tienen que ser atendidos de forma urgente. Pero vistos en una tabla fría, te pueden sonar lejanos, demasiado contundentes. 

Como si el problema fuera sólo la comida y el peso. Existen, de hecho, otras formas de TCA, incluso sin relación a la imagen corporal y acompañados de otras dolencias psíquicas o físicas.

En general, la mayoría de los padres sienten angustia, frustración y culpa. Parece que los médicos hablamos de balanzas y tablas, y nos cuesta ver la impotencia y la preocupación que realmente estás sintiendo.

Lo cierto es que hay muchos falsos mitos sobre esta enfermedad. Sólo cuando soltamos la culpa podemos ver en realidad qué es lo que está pasando.

Los medios de comunicación suelen hablar de los trastornos alimentarios como si fueran problemas de personas superficiales y vanidosas.

Nada más lejos de la verdad.

Contrario a esta creencia tan instalada y tan dañina, esta dolencia poco tiene que ver con ser superficial. Yo diría que es todo lo contrario. 

Los adolescentes afectados con TCA suelen ser personas inteligentes y con un alto grado de sensibilidad.  Puede ocurrir que  manifiesten mejor esa sensibilidad a través de dibujos, pinturas, música o escritos.

Su gran capacidad de percepción, hace que detecten todo lo que pasa a su alrededor. Es por eso que suelen ser la voz de alguna tensión o malestar que puede estar pasando en la familia, o en alguno de sus miembros. A su vez,  y a pesar de su carácter, tienen dificultades para  expresar lo que les sucede con palabras…. y lo hablan a través de su cuerpo.

Por eso, el diagnóstico de un TCA genera  bastante desconcierto en la familia. Son chicos que tienden a ser perfeccionistas y los jóvenes que restringen la comida también son muy buenos alumnos. Sin embargo, en los pacientes con cuadros bulimiformes puede haber una  tendencia hacia el desorden o el caos.

Detrás de la autoexigencia, de los síntomas, hay un gran dolor que no se está pudiendo comunicar. Ese será nuestro desafío a atender. 

Asumir que tu hijo tiene un desorden alimentario no es fácil

Los padres hacemos lo mejor que podemos, con las herramientas emocionales que tenemos a mano. Ver a nuestros muchachxs enfermos genera mucha impotencia, porque haríamos todo para que estén bien.

Quizás sentiste miedo a no poder ayudar a tu hijo a afrontar el problema. Quizás te culpaste por haber llegado a esta instancia sin haberte dado cuenta antes. No te hagas  más daño con eso. Los TCA son un grupo de enfermedades complejas que obedecen a diversos factores, y suelen desarrollarse a espaldas de la escena familiar.

Los padres no son culpables de la enfermedad. En cambio, SÍ son la piedra fundamental para la recuperación.

¿Qué podemos hacer frente a un diagnóstico de TCA?

En mi experiencia existen, en general, tres tipos de respuestas.

Algunos padres o adultos a cargo, aún teniendo el diagnóstico, no lo terminan de creer. Piensan que “debe ser otra cosa” o que “es algo pasajero, cosa de adolescentes”. Les resulta muy duro saber que teniendo comida en casa (con el esfuerzo que significa comprarla), sus hij@s la desperdicien o la tiren.

Otros tienen una sensación agridulce. Se sienten aliviados porque saben que el problema tiene solución, pero tienen mucho miedo por lo que va a venir. Suelen hacerse infinitas preguntas porque tienen mucha incertidumbre.  ¿Podremos? ¿En qué nos equivocamos? ¿Es esta la forma correcta? ¿Hemos llegado a un buen lugar de atención? 

Los  más prácticos, lo aceptan y dicen “díganos que tenemos que hacer y haremos todo por salvar nuestro hij@.” Este es el grupo  de padres que suele tener mejor pronóstico  y su tratamiento suele durar menos tiempo.

Quién soy y cómo puedo ayudarte

Mi nombre es Graciela Saez, soy médica pediatra y especialista en adolescencia. Además soy docente universitaria en la facultad  de Psicología  de la Universidad de Flores. 

Durante más de 20 años he trabajado en el tratamiento de trastornos alimentarios. A lo largo de mi carrera, he dado altas a decenas y decenas de pacientes recuperados. He sido testigo de cómo padres e hijos han superado la enfermedad y mejorado su relación. Si el equipo de salud y la familia trabajan juntos, se empiezan a ver los resultados.

¿En qué consiste el programa de orientación para padres?

Te propongo hacer el acompañamiento para padres a través del método Maudsley. Este método, también conocido como FBT pediátrico, fue promovido por el Dr. Tomas Silber, médico pionero en medicina del adolescente. 

Este método es la base de mi propuesta terapéutica. Además, he incorporado herramientas que en mi experiencia han sido muy útiles, incluso hasta después del alta.

¿De qué se trata este enfoque?

El FBT viene del inglés Family Based Treatment, o sea, tratamiento basado en la familia. Este marco terapéutico no culpa a las familias por el trastorno. Por el contrario, presume el vínculo poderoso entre padres e hijos y permite a los padres usar su amor para ayudar a sus hijos. Los padres son vistos como expertos en su hijo, una parte esencial de la solución, y miembros del equipo de tratamiento..

El tratamiento para padres de pacientes con trastornos alimentarios tiene como objetivo principal la recuperación del hijo/a y la construcción de una nueva dinámica familiar.

El programa de orientación para padres en 4 etapas

El proceso comienza con una entrevista individual con los padres para evaluar la situación familiar y determinar si este tratamiento es el adecuado. En caso de que no lo sea, se les recomendarán otras opciones.

En esta etapa, se busca enseñar a los padres cómo mejorar la conducta alimentaria del hijo/a. Se realizarán encuentros semanales o quincenales con los padres para brindarles información, apoyo y estrategias. En paralelo, el paciente tendrá un seguimiento médico/nutricional para controlar su evolución.

En esta fase, se busca que el adolescente retorne gradualmente a la autogestión de las comidas. Se reducirá la frecuencia de los encuentros con los padres a quincenales y se dará inicio o se profundizará la psicoterapia individual del paciente para abordar las causas emocionales del trastorno alimentario.

En la última etapa del tratamiento, el objetivo es establecer una sana interdependencia y desarrollo familiar. Se trabajará en la comunicación eficaz, la resolución de conflictos y la construcción de una nueva dinámica familiar sin la enfermedad. También se abordará la prevención de recaídas y se ayudará al paciente a desarrollar un proyecto de vida saludable.

Lo que te llevas además de nuestras consultas

De manera opcional, podés elegir hacer un taller para padres una vez por mes.

Este espacio es uno de los más valorados por las familias de mis pacientes, porque logran ponerle palabras a cosas que no estaban pudiendo elaborar. 

Una parte importantísima en cualquier proceso de recuperación es la capacidad de ser introspectivos. Y con ser introspectivos no me refiero a esos pensamientos recurrentes y derrotistas que suelen invadirnos y no nos dejan actuar con claridad. Nada de eso.

La introspección es poder observarse a uno mismo, con una nueva mirada.

Por eso, además de nuestras consultas virtuales,  te acompañaré con lo siguiente:

Guías prácticas

Estas son propuestas  claras y concretas para saber conducirse en cada etapa del tratamiento

Videos formativos

Estos videos te ayudarán a conocer más sobre la enfermedad, sus mecanismos de expresión y sus trampas. También incluyen consejos para que no pierdas de vista la adolescencia de tu hijo y la de sus hermanos.

Material de lectura y propuestas recreativas

El arte es una de las formas más profundas que tiene para comunicarse el ser humano. Por eso es un gran, gran aliado en la lucha contra los TCA, ya que esta enfermedad tiene mucho que ver con lo que no se dice. Te haré recomendaciones personalizadas

Testimonios de otros padres que han logrado la recuperación

En los momentos en los que nos invade la desesperanza, siempre sirve apoyarnos en quienes ya estuvieron en nuestros zapatos. Te compartiré testimonios de otros padres que han conseguido que sus hijos se recuperen con el tratamiento te propongo. Verás el cambio radical que hicieron, y qué actitudes les sirvieron para enfrentar esta nueva etapa.

Antes de que empecemos, hay algunas cosas que tenés que saber sobre mi manera de trabajar

Lo que te propongo no es para todas las familias, ni para todo el mundo. 

Te contaré algunas cosas de mi trabajo y verás si puede funcionar con vos… o no.

  • Para trabajar conmigo, se necesita de un fuerte compromiso  de los padres. Tenés que confiar en vos mismo y tenés que confiar en mí como profesional. Te entiendo: es difícil tener confianza cuando pasa el tiempo y ves que la cosa no avanza. Pero he visto chicos en situaciones terribles que han logrado recuperarse, en gran parte gracias al apoyo de la familia.

  • Paciencia. Este problema no se creó de un día para el otro, ni se solucionará de un día para el otro. Cada cambio lleva su tiempo y dependerá  de cada adolescentes o joven, y de cómo se van aplicando las pautas.

  • Utilizo con frecuencia el humor y el arte como herramientas terapéuticas. Todo lo que nos ayuda a expresar nuestras frustraciones de una manera conducente, en mi experiencia, es un gran apoyo para lidiar con un TCA.
     
  • Date permiso para equivocarte y volver a empezar. Los padres o adultos a cargo deben estar dispuestos a aprender, a escuchar y a desarrollar sus propios recursos y estrategias para sanar en familia De nuevo, la confianza en ustedes mismos y en mi como profesional van a ser claves para aplicar eficazmente  las pautas del tratamiento.

  • Necesito tu apertura y disposición. En el camino terapéutico, tal vez, y para  algunos, sea necesario hacer algunos cambios individuales, de pareja o de dinámica familiar. Hay que estar dispuestos a tomar estos desafíos, que seguramente repercutirán en el bienestar de TODXS. Si nos comprometemos con los pasos, irás notando no sólo cómo mejora la enfermedad, sino también y más importante, la sonrisa y la armonía en el hogar

  • Los pacientes que pueden optar por estos tratamientos orientados a padres, no pueden tener estados de extrema delgadez, ni consumo problemático de sustancias (adicciones), como tampoco alteraciones psiquiátricas severas. En este caso, te recomendaré otro tipo de dispositivos de salud más adecuados para esos casos.

  • Los jóvenes afectados deberán aceptar algunas entrevistas familiares, para entender cómo llevaremos adelante su  tratamiento. Para ello tendrían que estar dispuestos a conocer sobre la enfermedad, sus mecanismos de acción y mantenimiento. Sólo así podrán enfrentarla eficazmente.

  • Luchar contra un TCA es una tarea difícil y todos necesitamos saber que al final del camino la familia se abrazará  feliz  con el logro de haber sorteado esta dificultad

 

La alegría y ganas de vivir pueden volver. Con apoyo afectivo y ayuda profesional, los TCA se recuperan

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Los padres de adolescentes recuperados de un TCA comparten sus historias

Tres familias, tres experiencias de vida. Todos ellos han prestado consentimiento para contar su historia. Sus nombres y sus ciudades de origen han sido cambiados para preservar su identidad.

Jorgelina, 16 años Diagnóstico: Anorexia purgativa. Neuquén

Jorgelina tenía 16 años y era muy buena chica. En palabras de su madre “nunca había dado trabajo para nada”. Era bailarina, y muy solidaria con su hermana menor, a la que siempre amparaba. Como en muchos casos de TCA, Jorgelina era autoexigente y una excelente alumna. Cursaba el cuarto año del secundario y soñaba con estudiar medicina. Un cuadro severo de anorexia purgativa amenazaba con boicotear ese sueño. 

Sus dos padres eran profesionales de la salud. ¡No lo podían creer! Hicieron todo lo que a su entender y saber había que hacer: no alcanzó. 

Jorgelina se agravaba. Comenzó tratamiento integral con francas resistencias, casi no hablaba. A los padres les costó muchísimo dejar el” lugar del saber” y confiar en los profesionales tratantes.

Cuando esto finalmente ocurrió (confianza y compromiso para cumplir las normas del tratamiento), Jorgelina empezó a creer en nosotros, se relajó y comenzó la mejoría. Había cerrado la boca para no callar algunos secretos familiares muy duros de contar en una ciudad chica y siendo tan conocidos. También la cerró para comer.

Los padres, al ver el avance, pudieron también enlazar intimidad conmigo y relatar parte de esos secretos que estaban haciendo daño. Ambos empezaron terapia y la sostuvieron hasta estar bien. 

Lograron el alta 18 meses después. Hoy Jorgelina cursa su quinto año de medicina en otra provincia. Su querida hermana menor, se está yendo con ella a iniciar una carrera universitaria. Sus padres siguen juntos y bien en Neuquén. 

Ignacio, 13 años Diagnóstico: Anorexia restrictiva. General Roca, Río Negro.

Ignacio había padecido sobrepeso varios años: desde fines de la escuela primaria hasta comienzos de la secundaria. Varios varones de curso se burlaban de él por su aspecto físico.

Sus padres se habían separado unos años antes en buenos términos, pero él se negaba con frecuencia a ver a su padre.

Era un excelente alumno y mejor compañero, tenía varias medallas. Su mamá Miriam estaba muy orgullosa, eran muy unidos y compinches. 

De un mes para el otro quiso bajar de peso. Se hizo vegetariano y perdió 10 kilos en  2 meses. No consultaron con ningún especialista, pensando que era lo mejor. Ignacio estaba contento con su nuevo cuerpo y sus compañeros ya no se burlaban de él. 

En el tratamiento Ignacio parecía ser un buen paciente, pero ocurrieron tensiones familiares en el proceso que él no pudo gestionar. Así fue como aparecieron recaídas durante el proceso. Fueron varias y cada vez más ruidosas, agregando el consumo de alcohol.

Hacia el final del tratamiento, Ignacio pide ir a vivir con su padre, a pesar del enojo de su mamá. En el proceso, construyen (y creo que aún lo están haciendo) nuevos modos de relacionarse entre ellos, más distintos y más plenos.

Ignacio finalmente recibió el alta por su tratamiento. Se egresó como primera escolta. Actualmente, produce videos y contenido para varones que padecen TCA. 

Además de ser un gran paciente, es un ser sensible y muy virtuoso.

Azul, 13 años Diagnóstico: Bulimia. San Martín de los Andes

Azul y su madre Viviana habían vivido solas durante los últimos 10 años. Ambas muy religiosas, estaban contenidas por la familia de origen de Viviana. 

Azul comenzó a comer más saludable y a entrenar más seguido. Un par de meses más tarde fue dejando poco a poco las carnes hasta volverse vegetariana. Se había sumado a un grupo de Instagram ecologista. Todo parecía “muy del mundo adolescentes”… hasta  que dejó de menstruar y un día cayó desmayada en la escuela. Los atracones y vómitos     se habían adueñado de la vida de Azul.

Fue difícil para su mamá Viviana aceptar que lo que tenía Azul era una enfermedad. Y sobretodo, aceptar que ella no era la culpable. “Es mi única hija y no lo vi venir”, solía decirme en las consultas. La culpa la congeló y no podía accionar desde un lugar de adulto. Los abuelos hicieron alianza con Azul, defendiendo sus actitudes. Todo esto demoró los preciosos primeros meses de tratamiento.  

En el grupo de padres, Viviana entendió cuáles eran las actitudes que podrían beneficiar a su hija, aunque ello implicara poner límites a sus propios y amorosos padres.

Azul mejoró clínicamente más rápido de lo que esperábamos. Viviana necesitó más tiempo y terapia, para reconstruirse como mujer y que su hija no tuviera miedo de llegar a serlo.

¿Y qué dicen lxs adolescentes recuperados?

Dos pacientes jóvenes nos cuentan su historia de primera mano: desde que comenzaron con la enfermedad hasta que se recuperaron. Sus nombres han sido cambiados para preservar su privacidad.

Nymphadora | 16 años al ingresar al tratamiento | Diagnostico: Anorexia

Cuando entré en el tratamiento tenía 17 años, acababa de terminar quinto año. Este fue un año que me trajo muchas inseguridades con respecto a mí misma, a mi futuro, a mis relaciones con las personas y a todo en general. Yo no sabía qué hacer de mi vida, y sentía que en mi familia nadie me entendía y mucho menos me ayudaba.

Corría mucho porque me despejaba y no tenía hambre. Comía muy poco, “comía sano”: ese era mi lema. Odiaba comer “cosas de más”, galletitas, gaseosas, harinas en general. El problema fue que ese rango de “comida sana”  comenzó a ser más estricto y empecé a sobrevivir con menos.

A lo último solo comía  agua, un poco de leche, frutas y verduras

Entré en Jóvenes gracias a mi hermana, ella me salvó. Una vez me dijo que tenía que comer más y yo no podía. No era que no quería, ya no me sentía capaz.

Ahí me dí cuenta que tenía un problema.

Fue un camino largo y difícil. Sobretodo admitir que tenés una enfermedad. Nadie quiere estar mal. Pero valió la pena. Valió cada centavo. Cada enojo, lágrima y hasta risas.

Conocí gente nueva, chicos y chicas de mi edad o de otras que pasaban por lo mismo. Todos diferentes pero al mismo tiempo parecidos. Todos con nuestros problemas y vidas. Empezamos a caminar hacia adelante y no estábamos solos, no más. Me llené de confianza, y comencé a ver un poco más allá de mis miedos. Empecé a mirar el futuro con otros ojos, pero sobretodo el presente. Aprendí a vivir el ahora. Dejé de preocuparme por las relaciones o por lo que comía o no. Entendí que la vida es pasajera pero que hay que cuidarla. Todos tenemos que cuidarnos.

Lo que más me gustó del tratamiento fue el acompañamiento de todos, desde los chicos hasta las doctoras y profesionales. Todos trabajando con un mismo objetivo y sobretodo, trabajando con amor y paciencia. No voy a decir que no me retaron y que a veces me enojaba pero después me daba cuenta que era por mi bien, y de eso voy a estar siempre muy agradecida.

Cuando iba a la psicóloga, nunca le hablé de comida. Claramente”ese no era mi tema”

El problema nunca es sólo la comida. Somos una unidad biopsicosocial y yo le agregaría espiritual. Cuando una de esas partes tuya está mal o rota, tu cuerpo u otra parte te lo muestra. tu cuerpo habla, escuchalo. Sos vos, es tu vida, es tu felicidad. No hay nada más valioso que eso.

Laura | 17 años al ingresar al tratamiento | Diagnóstico: Bulimia

Mi antes del tratamiento, empezó sin que yo me diera cuenta. Empecé restringiendo comidas, haciendo mucha actividad y contando calorías. Para mi era todo sano, y como estaba mucho tiempo sola podía hacer lo que quisiera con la comida y con el ejercicio. De a poco la comida empezó a ser mi centro, fui bajando de peso y me gustaba cada vez más. Me frustraba cuando tenia que comer acompañada de otras personas, me daba vergüenza. 

No me levantaba de mi cama, estaba muy triste, no tenía hambre. Mi apariencia ya no era nada sana y de a poco aparecieron ganas de no querer vivir. 

En el colegio me iba mal, me aleje de todo el mundo, era todo muy oscuro.

Después del tratamiento, ¿qué decirles? Fue un regalo de la vida. Soy otra persona, una chica que se tropezó muchísimas veces durante la recuperación. No me fue fácil, pero cuando me di cuenta que si quería ponerme bien todo empezó a ser diferente. Ahora vivo, me río, antes era solo llorar y estar enojada. Tengo metas, la relación con mi familia mejoró muchísimo, aprendí a valorar lo que soy y lo que tengo, aprendí muchas cosas sobre mi, a decidir y asumir mis responsabilidades, aceptar las cosas como son y saber que algunas no se pueden cambiar.

Jóvenes me dio herramientas para poder manejarlas con paciencia. Las aplico día a día y si me tropiezo recurro a ellas todo el tiempo.

Me gustó el grupo. Me gustó como cambiaron a mis papas, hasta que me retaran, porque realmente era necesario. Y lo que mas me costó fue comer carne, no verme a los espejos, hacer las 4 comidas, sentarme en la mesa, comer lo que me cocinaran.

Jóvenes me ayudó muchísimo, el equipo está presente para lo que necesites siempre. Me devolvió la sonrisa y las ganas de vivir. Ver que no todo es tan malo como parece y que todos los días aunque no sean buenos siempre tienen algo lindo.

Si crees que podemos formar un buen equipo para ganarle a la enfermedad, te espero del otro lado

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